viernes, 13 de junio de 2014

El pozo de Jacob


Era mediodía en la tierra de Palestina, el sol brillaba con todas sus fuerzas. El calor se hacía insoportable; los pies del viajero ya no querían dar un paso más; su frente estaba perlada de sudor y la lengua empezaba a pegarse al paladar. El deseo de un sorbo de agua fresca se hacía más fuerte a cada paso. ¡¡Ah, bendición…el pozo de Jacob!!! Allí se sentó Jesús para refrescarse y descansar, pero fue interrumpido por alguien que también necesitaba agua para refrescarse del calor; alguien que sabía que era difícil sacar agua del pozo porque era muy hondo.




Cuantas veces nuestra alma tiene sed! Y como aquella mujer encontró que el pozo era hondo. Muchos lo encontramos así; nos parece demasiado hondo por la ansiedad producida debido a alguna enfermedad en la familia, o por un hijo que nos dice “Mamá, me voy de casa”. Nos desesperamos por el esposo(a) que abandona el hogar o porque el dinero no alcanza y los alimentos escasean…¿Cómo obtener la victoria sobre esa profundidad y alcanzar el agua que calma la sed?

“Si supieras lo que Dios te puede dar y conocieras al que te está pidiendo agua…” Hoy también Jesús nos dice, que no hay pozo demasiado profundo para El. Él bajó desde lo más alto para poder socorrer a quienes estamos sumergidos en nuestros dolores, angustias y desventuras. Hoy, Cristo es el que sacia toda sed. Si como la mujer dices: “Señor dame de esa agua”, serás saciado y la frescura de su presencia inundará todo tu ser. Con El obtendrás la victoria sobre cualquier situación, por más difícil o profunda que sea.

“Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca tendrá hambre;

y el que cree en mí, nunca tendrá sed.” Juan 6:35



Cortesía de: http://www.palabrasdevida.org.ve/

jueves, 12 de junio de 2014

Salmo 27




1 YHVH es mi luz y mi salvación, ¿De quién temeré? YHVH es la fortaleza de mi vida, ¿de quién he de atemorizarme? 
2 Cuando se juntaron contra mí los malignos para devorar mis carnes, mis adversarios y mis enemigos tropezaron y cayeron. 
3 Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón, Aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado. 
4 Una cosa he demandado a YHVH, ésta buscaré: Que esté yo en la Casa de YHVH todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de YHVH, e inquirir en su templo. 
5 Porque Él me esconderá en su refugio en el día del mal, Me ocultará en lo reservado de su Tienda. Me pondrá en alto sobre una roca. 
6 Y mi cabeza será levantada sobre mis enemigos en derredor, Y en su Tienda ofreceré sacrificios con voz de júbilo. Cantaré, sí, cantaré salmos a YHVH. 
7 ¡Escucha, oh YHVH, cuando clamo con mi voz! ¡Ten piedad de mí y respóndeme! 
8 Sobre ti dijo mi corazón: ¡Buscad mi rostro! Tu rostro buscaré, oh YHVH. 
9 No escondas tu rostro de mí, Ni rechaces con ira a tu siervo. Has sido mi ayuda, no me dejes ni me desampares, Oh Dios de mi salvación. 
10 Aunque mi padre y mi madre me abandonen, YHVH me recogerá. 
11 Enséñame, oh YHVH, tu camino, Y guíame por senda llana, a causa de los que me acechan. 
12 No me entregues a la voluntad de mis adversarios, Porque se han levantado contra mí testigos falsos, Y aquellos que respiran violencia. 
13 Creo que veré la bondad de YHVH en la tierra de los vivientes. 

14 Aguarda a YHVH. ¡Esfuérzate y aliéntese tu corazón! ¡Sí, espera a YHVH!